NACHO FUENTES
La noche del sábado 5 de abril, La Sala Clamores presenció algo más que un simple concierto. Un reencuentro íntimo en la voz suave y el pulso intenso de Roy Borland, quien siguiendo los conciertos pertenecientes a Sound Isidro, propuso una noche llena de nostalgia y promesa.
El público llenó cada rincón del local para escuchar el sónico acústico de Roy y su orquesta. La noche empezó con temas de su EP Un tiempo en casa solo, ese trabajo que supo condensar la extrañeza de la rutina, la observación del detalle, y la belleza de lo doméstico. Sonaron canciones como Casa, Círculo de luz / Un hogar acogedor o Amor Amable, cuya sinceridad se colaba por las cuerdas de su fiel guitarra. Ese minimalismo instrumental mantuvo un clima de cercanía que nos permitió sentir la sala como el salón de nuestra propia casa.




La noche no se quedó solo en el recuerdo de estas canciones, Roy nos dejó asomarnos a su próximo disco: Considérame. Estrenó temas como Canción Caracol, Soldados Subacuáticos, Tu Antiguo Amor o la preciosa Hoy. Trabajo del que se enorgulleció en todo momento y que simboliza una evolución natural de su universo sonoro.
Acompañado de su elenco musical -Laura Katerine al piano, Carlos Clavería y Patricia Abengózar al chelo, David Sanz al saxo soprano y Mario Caballero al sonido- Roy se mostró como lo que es: un artista que no necesita artificios para emocionar.
La sesión finalizó con una de sus canciones más conocidas Sal, que hizo que el público cómplice y se entregase al tema.
Ante una noche tan especial como esta, solo me queda una última cosa que decir: “Por primera vez el arte se olvidó de que era mágico”, pero nunca nos olvidaremos de tu magia, Roy.

