ZETAZEN TRANSFORMA SUS NERVIOS EN LUZ EN UN MADRID FLORECIDO

El cantante madrileño cierra la gira de presentación de sus dos últimos álbumes con una terapia musical entre rosas y lágrimas del público

CARLOS DELGADO

Bajo un cielo que amenazó con oscurecerse al ritmo de Tormenta -canción de su álbum Black Mode– pero que finalmente se convirtió en una tarde primaveral donde solo llovieron pétalos, Zetazen transformó La Riviera en un templo emocional el pasado domingo, donde el dolor de Black Mode y la esperanza de y cuando nos crucemos, qué? se fundieron en dos horas de pura adrenalina.

A las cinco de la tarde, una fila serpenteante rodeaba La Riviera, evocando la imagen del famoso jardín floral de Hamamatsu en Japón. Cientos de seguidores, con ramos en mano, respondían al reclamo de Zetazen: «Traed flores». Esta tradición, que nació en 2023 cuando el público comenzó a lanzarle pétalos durante la estrofa final de la canción 29, se ha convertido en un símbolo de conexión con el artista. En esta ocasión, el gesto se intensificó: rosas alfombraron el escenario y, en el clímax de Hipernova, un ramo llegó a las manos del cantante, consolidando así un ritual que trasciende generaciones. La diversidad de la multitud -padres con hijas adolescentes, jóvenes de estética gótica, urbana o refinada- reflejó el alcance universal de su música.

ZETAZEN INTERPRETANDO "VENTE" EN LA SALA LA RIVIERA | REALIZADO POR: @carlosdelgadovideographer
ZETAZEN INTERPRETANDO "VENTE" EN LA SALA LA RIVIERA | REALIZADO POR: @carlosdelgadovideographer

La velada comenzó con el telonero Liz Forte, con su música para overthinkers, calentando el ambiente con temas como Ansiedad 3 y Britney, mezclando su humor irónico con la vulnerabilidad de sus canciones. Pero fue a las ocho en punto –tras una cuenta atrás que homenajeó su icónico 3:43cuando Zetazen emergió en el escenario vestido con una sudadera roja, camiseta negra de tirantes y el icónico colgante con su isotipo. Desde el primer acorde de Día Cero, el concierto se transformó en una sesión de terapia colectiva. «No vine a brillar, sino a dar luz a otros», recordó Zetazen antes de subir al escenario, citando al conferenciante Mario Alonso Puig para calmar su nerviosismo. Y lo cumplió. Durante las dos horas afrontó un viaje sentimental a través de 30 canciones que recorrieron toda su discografía y mantuvieron al público en un in crescendo emocional. La setlist confirmó la versatilidad del artista, oscilando entre el rap clásico de Lealtad -dedicada a los fans que llevan apoyándolo desde 2011- el funk brasileño de no sé., el dancehall de Me Mato o el UK Garage de Vantablack. «Hoy estamos de celebración», anunció al alzar una copa de champán durante Chin Chin, mientras el público saltaba al unísono.

En Vente, Zetazen transformó el dolor de Elegant Pain -simbolizado por una rosa atravesada por un puñal- en un momento de redención. Mientras las flores lanzadas por el público cubrían el escenario, un fan de las Islas Canarias rompió el silencio con un emocionado «¡Rubén! ¡Te quiero!». El artista, con una rosa en la oreja y otra en el micrófono, le devolvió el gesto: «Yo también te quiero», reflejando así la complicidad única entre él y sus seguidores. Pero en Islandia, el calor del público que dejó a Zetazen empapado en sudor, se transformó en una ventisca gélida al cantar el estribillo -«Vivo rápido, muero lento»- erizando las pieles y desatando las lágrimas que resbalaban por las mejillas de los fans.

ZETAZEN INTERPRETANDO "ISLANDIA" EN LA SALA LA RIVIERA | REALIZADO POR: @carlosdelgadovideographer
ZETAZEN INTERPRETANDO "ISLANDIA" EN LA SALA LA RIVIERA | REALIZADO POR: @carlosdelgadovideographer

Tras una breve pausa, reapareció con un pasamontañas al estilo de la portada de Black Mode para interpretar Altitud y Vantablack. Pero el momento más emotivo llegó con Anxiety. Zetazen, sentado en un sofá, convirtió el escenario en un refugio. El público, entre abrazos y manos en forma de corazón, lloró al identificarse con una letra introspectiva que ejemplifica los síntomas de la ansiedad.

La energía resurgió con el funk de no sé. entrelazado magistralmente con Supernova. En ese momento, Rubén lanzó camisetas al público, pero el gesto más íntimo llegó después: regaló su libro Manos frías a un fan que viajó desde Costa Rica, un detalle que refleja cómo su música traspasa fronteras.

La improvisación la marcó Derramo el Licor, cuando Rubén bajó del escenario y se subió a la barra del bar de La Riviera, sumergido entre el público. En 3:43 -interpretada a capella con el tic-tac de un reloj como acompañamiento-, artista y fans mostraron sus tatuajes del reloj declarando: «Gracias por llevarme en la tinta. Me llevo a la tumba esta conexión». Y en Llórame, el público improvisó un bis que culminó con un «Madrid es Elegant Pain».

ZETAZEN INTERPRETANDO "LLÓRAME" EN LA SALA LA RIVIERA | REALIZADO POR: @carlosdelgadovideographer
ZETAZEN INTERPRETANDO "LLÓRAME" EN LA SALA LA RIVIERA | REALIZADO POR: @carlosdelgadovideographer

El clímax emocional llegó con 29, interpretada por Zetazen en lengua de signos como homenaje a sus padres sordos: «Apostaron por mi música sin escucharla. No hay nada que tenga mayor valor para mí». Tras repasar su trayectoria -desde las casas okupas hasta agotar entradas en La Riviera-, cerró con 170 km/h, ovacionado por un público que coreó su nombre hasta el último segundo. Aunque se echó de menos la presencia de invitados como KYOTTO o Hens, la noche demostró que Zetazen brilla como solista: convirtió sus nervios en alegría, sus canciones en abrazos y un domingo gris en una primavera inolvidable. Madrid, ciudad que lo ha visto crecer, vibró al ritmo de su música. Y entre los ecos del último acorde, quedó en el aire un sueño: llevar su música a México y Latinoamérica.

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