NACHO FUENTES
La pasada noche del 21 de febrero estuvo llena de adrenalina. La fusión del sonido de una banda con protagonismo del piano y la locura de los temas de Tarchi, crearon un show que no dejó a nadie indiferente. Desde los primeros acordes, la atmósfera se convirtió en una mezcla de introspección y explosión pura. No hubo tiempo para descansar: saltos, empujones y cuerpos en movimiento que hacían temblar el suelo.

El setlist fue una montaña rusa de sensaciones, arrancando con intro del EP amor amor amor que encendió la euforia de la multitud. Los visuales plasmaban la narrativa de las canciones al ritmo de la música captando la atención de cada persona al instante.
El show siguió subiendo la temperatura con temas como superestrella o Criminal donde la conexión con el público alcanzó un nivel superior. Pogos y voces al unísono cantando cada frase sin titubear.

Uno de los momentos más emotivos llegó con los demonios tambien lloran. Una letra que llegó a cada corazón de la sala, creando una atmósfera de pura magia y asegurando a más de uno la piel erizada. Tarchi sabe lo que hace. Tiene una capacidad asombrosa para pasar de temas introspectivos a la adrenalina más absoluta con canciones como Muhammad Ali o Timmy Turner con Roldi, que subió al escenario a cantarla con él.

La Sala Changó vibraba, no había tregua. Tarchi, con su carisma y entrega total, tuvo a la multitud en la palma de su mano. Entre tema y tema, sonrisas cómplices, miradas que lo decían todo. Era más que un concierto, era una simbiosis entre artista y público.
