Pese a todos los factores socioeconómicos que parecen indicar lo contrario, desde el Ayuntamiento de Madrid parecen querer reafirmarnos día a día que la ciudad está hecha para nosotros, los jóvenes.

Ya lo vimos con los ciclos organizados para San Isidro o el Día de la Hispanidad, entre los que hemos encontrado conciertos gratuitos con nombres de la talla de Natalia Lacunza, Sen Senra o Ralphie Choo. Ahora nos sorprenden con un nuevo movimiento, el conocido como Radar Joven, que llega otro año más con la intención de poner el foco en las salas de conciertos más míticas de Madrid de la mano de artistas emergentes de toda España. 

Fue el pasado jueves cuando se celebraba el concierto más anticipado del ciclo, Oddliquor, uno de los máximos exponentes con los que cuenta nuestra escena musical, junto con Curro.

Es precisamente con el último con el que empezaba la jornada. El artista gaditano, que ha ido labrando su sonido a lo largo de distintos proyectos, llegaba dispuesto a presentar un show fuera de lo común –cosa que me adelantó el día anterior, cuando tuve el placer de sentarme a charlar con él de su trayectoría–, y pese a ser eso mismo lo que me esperaba, logró dejarme sin palabras.

Lo que Curro define como su primera propuesta sólida en escenario, que llevará de gira por el país a lo largo de 2025, desembocó en uno de los espectáculos más trascendentales que he podido presenciar a lo largo de mi recorrido en los medios por parte de un artista emergente –y no tan emergentes–. 

Dividido en tres arcos extendidos durante más de una hora en la que nos da tiempo a experimentar desde la euforia hasta nuestras facetas más sentimentales junto al artista, pudimos ver una performance que incluía coreografía, simbología, cambios de vestuario e interacción con el público. De alguna manera, fue una forma de señalar a los artistas urbanos que se suben al escenario a rapear sobre una base y hacer de su nombre la experiencia, más allá de ofrecer al público un producto de calidad. 

Poco después de acabar el concierto de Curro, cuando aún quedaba la otra mitad de la noche, la creciente expectación se hizo palpable. Las luces se apagaron, empezó a sonar la música, salió la banda y se ondeó la bandera con el logo del último EP del cantante: SELF-WAR VETERANS. Entre los rugidos del público, salió Marcos para cantar “Pisando Charcos”. 

El de Parla hizo un repaso de sus canciones más emblemáticas, entre las que pudimos escuchar “Nueva En La Ciudad”, junto con Judeline, o “CURSII” y “MI TEAM!”, ambas incluidas en su disco de 2023 BLINDAO, que entremezcló con los temas del proyecto que lanzó hacía apenas dos semanas. Era precisamente mientras cantaba estos cuando se percibía la energía que mueve el artista entre el público, que no fallaba en saberse ninguna de las canciones y se entregaban totalmente a estas. 

Expandiendo su optimismo por la vida aunque dejando tiempo para momentos más emocionales, en los que dedicó palabras a su familia y su novia presente entre el público, ODDLIQUOR hizo uno de los anuncios más importantes de su carrera: pronto se viene un concierto en La Riviera. 

La noche fue memorable, tanto para los artistas como para los que fuimos a disfrutar de lo que pasaba en el escenario, por lo que, pese a todas las cosas que tenemos que recriminarle a la ciudad, desde ELEKAESE dimos gracias de poder seguir sumando momentos tan mágicos como el vivido en el Teatro Eslava.