MARTA DEL POZO
Presencia y diversión sobre el escenario. Si de cualidades hablamos con respecto a Teo Lucadamo, de estas dos queda claro que no le faltan en concierto. El joven madrileño conquistó la Sala But el pasado viernes 27 de septiembre a base de carisma, una palpable cercanía con el público y mucho, mucho ritmo.
Los minutos previos al concierto ya vaticinaban lo que sería aquella noche: montones de fans se arremolinaron en la cola esperando la entrada al emblemático espacio de la calle Barceló. Algunos de ellos amenizaban la espera escuchando y bailando tema a tema del artista; otros, muy preparados, llevaban caretas de una foto de Teo. Todos ellos compartían las mismas ganas por disfrutar del artista en directo.
Una vez dentro, la energía en pista tampoco defraudó. En los minutos previos a su salida al escenario, la sala entera coreaba “¡Teo!, ¡Teo!, ¡Teo!«… Al fin, con una pequeña intro y un sound-check del que todos formamos parte, comenzó el espectáculo.

Con Salsa Lucadamnson, Teo nos tendió la mano a bailar la apertura de la noche y, cuando ya tenía puesta en él toda la atención del público, llegó su “El rap se ha terminado en el mundo hispanohablante” con el que cerró el primer y dio paso al segundo tema: Socorro, me aburro. Aquella noche al artista le acompañaba una banda y, aunque con su única presencia sobra y basta, sin duda las letras de Teo brillaron más de lo normal. En Música de Lago la pista de pronto se sincronizó y todos juntos seguimos los tres, cuatro pasos que unos metros más arriba bailaba también el cantante al son de “Qué bien se está en el lago, de pie o tumbado”.

Así, sin previo aviso, llegó el primer regalo de la noche: Simón, uno de los nuevos temas que formará parte del disco que está en camino, y que el público recibió gratamente.
Después de tantas y nuevas emociones -y conociendo el buen sentido del humor de Teo- qué menos podíamos pedirle a aquel momento que una pausa de meditación conjunta. Entre “Oms” y algo de performance, bajamos todos pulsaciones y quedamos listos para Luisa. El cantante pidió entonces que alzáramos las linternas del móvil, y visiblemente emocionado agradeció a todos y cada uno de los allí presentes el formar parte de un momento para tan especial para él. Junto a la suya, un coro de voces llenó la sala con quizás una de sus letras más emotivas «Ayer conocí a Luisa, hoy Luisa se ha marchado / Si me hubiera quedado una hora mas, ¿qué hubiera pasado?»

Pronto cesó la sensiblería y volvimos a bailar con Tipo Slip y Cochecama, para rematar con el icónico Ritmo. Aquí ya no quedó duda de que la gente estaba disfrutando a lo grande, a lo ancho y a lo largo, entre pogos y silbidos.
Teo estaba excelente sobre el escenario; su energía, un indescriptible cómputo de compromiso con su creación, una personalidad arrasadora y mucho cachondeo, se expandió por toda la sala que aún pedía más. Y, entonces, el artista respondió con más, TRISTÁN!, amigo y también músico, acompañó al cantante en Doritos, su tema en común.
Solo de nuevo sobre las tablas, Teo cantó La Tostada y Mi puto swag. En Tengo Calor volaron abanicos y perdimos a un colega, que buscamos a coro en la siguiente canción «¿Dónde está mi colega? / He perdido a mi colega«. En el punto más alto del show, entre buena música y vitoreos de un público todavía insatisfecho, se anunció la que sería la última canción de la noche, también inédita: Tengo un amor.

Tras tocar los últimos acordes, con mucha pena pero buen sabor de boca, Teo Lucadamo se despidió de Madrid, subió a la banda al escenario, y en un mar de aplausos dio fin al espectáculo. Sin lugar a dudas, fue un concierto para recordar. Superó con creces toda expectativa.

