JULIETA DEMIR
El pasado 27 de junio se celebró el desfile de las nuevas promesas de la moda. Hubo muchos cambios y muchas apuestas por la mezcla entre vintage y novedad. Cada diseñador traía una idea aún más atrevida que la anterior.
El desfile comenzó con una provocativa muestra de pijamas y moda escolar, retando las convenciones y redefiniendo la comodidad como una expresión de estilo. Este primer segmento capturó la atención del público exponiendo como llegamos tarde siempre para poder ir con nestos mejores outfits. Vino de la mano de la diseñadora Dharylle, sin duda uno de nuestros favoritos.
La atmósfera cambió drásticamente cuando los modelos aparecieron en atuendos oscuros, inspirados en un estilo roto y con unos colores que mezclaban la vida con la sombriedad, parecia evocar prendas relacionadas con las momias. Este segmento realizado por Pablo reflejó la influencia de lo roto y lo oscuro en la moda contemporánea, explorando la belleza en lo desestructurado.

El desfile continuó su metamorfosis hacia una fusión que nos hizo recordar al Afronauts, creando una estética rebelde y desafiante. Las prendas, marcadas por cortes y texturas, combinaban la agresividad con la funcionalidad del espacio, marcaba un gran boom. Además ya se iba percibiendo una transición hacia una paleta de colores más vibrante.
La energía rockera tomó el escenario con mucha lencería y cuero, acertadamente complementada con faldas sobre vaqueros y cigarrillos en mano. Este segmento resaltó la actitud y el poder de la moda, donde cada detalle reforzaba la estética desafiante y seductora.

El verano se hizo presente, volviendo a dar calor al público con colores vivos y prendas vaporosas, evocando el ambiente playero. Los modelos lucieron calzado variado y prendas ligeras, capturando la esencia de la estación más cálida.
Otro punto más parecido fue el que venía a continuación, la lencería y las flores irrumpieron en la pasarela, desafiando la tradicionalidad y dando rienda suelta a la imaginación. El vaquero, mezclado con telas veraniegas y agujeros estratégicos, añadió un toque de frescura y modernidad.

Todo iba acompañado de una música lo más adecuada pero, sin duda nos quedamos con el remix flamenco que dio inicio a la sección inspirada en el Guernica. Esto lo hizo África y nos dejo anonadados.

Tras un breve concierto, el desfile retomó con un enfoque en burbujas y mar. Los modelos, envueltos en lencería y vestidos de novia, evocaban la dualidad entre el baño y el matrimonio, con conchas y perlas adornando los diseños. Parecia un cuendo de hadas donde los trajes cobraban vida.
El desfile finalizó con un homenaje a la tradición madrileña, presentando trajes típicos de San Isidro y vestidos de novia que mezclaban lo vintage con lo moderno. Cada segmento del desfile permitió una interpretación libre del arte, reflejando las distintas etapas de la vida. Para nosotros, este desfile simbolizó los pasos de la vida, desde la juventud en la escuela hasta las relaciones adultas.
