ESCRITO POR: Sofía Díaz-masa
FOTOGRÁFO: Lucas Ruiz de la Hermosa
Lo primero que me encontré nada más llegar a la Plaza Mayor de Segovia fue un grupo de baile tradicional que interpretaba una jota típica de la provincia con alegría y entusiasmo de la mano de la Ronda Segoviana. Los trajes, los sonidos, las sonrisas me cautivaron. Ya de primeras, Hens tenía mucho que superar; sus paisanos no le habían puesto el listón nada bajo.
El pasado sábado 9 de marzo, este joven artista de la nueva ola volvía a tocar en su ciudad tras cuatro años desde su último concierto en Segovia, aunque en 2022 actuó en un festival de verano celebrado en la Granja de San Ildefonso. Con motivo de su último álbum, No Me Odio Tanto, Hens se lanzó a realizar una gira de 5 meses por todo España en la que se atrevió a llenar el Wizink Center hace tan solo unos días. El concierto en Segovia se incluye dentro de este tour como una parada especial que no estaba planeada desde el principio, como una vuelta a casa para dejarse abrazar por su gente y reanudar la gira con ganas.
Lo primero que me llamó la atención al situarnos en la cola fue la cantidad de chicas (y niñas) que hablaban emocionadas de lo mucho que adoraban a Hens y de lo perdidamente enamoradas que estaban. Esto último puede que no lo dijesen, pero lo dejaban entrever desde lejos. También había unos cuantos chicos, entre ellos los colegas del cantante, algunos padres que acompañaban aburridos a sus hijas, y muchas autorizaciones de menores que iban y venían de acá para allá. Tras fijarme, deduje que el espectáculo sería peculiar porque no es el tipo de público con el que mejor se trabaja, y, efectivamente, así fue: Hens no logró conectar.
Para empezar, el Teatro Juan Bravo de Segovia, con un aforo de apenas 500 personas, juraría que no se llenó. Es cierto que la entrada no era extremadamente barata (23 euros), pero esperaba que hubiera más gente ilusionada por dar de nuevo la bienvenida a Hens. Afortunadamente, el espacio no era muy grande, y además aportó un toque clásico y sofisticado a una puesta en escena que no tenía mucho con lo que jugar. Sobre el escenario, únicamente los instrumentos, los equipos de sonido y unos paneles led que resultaron ser imprescindibles después de todo.

El concierto empezó a las nueve puntual, y tras hora y media, Hens no había parado de saltar ni un solo segundo sobre el escenario. El artista desprendía la energía característica de un joven que apenas empieza a comerse el panorama musical, con alegría, entusiasmo y ganas de conectar. Desafortunadamente, el público no parecía estar por la labor, coreando las letras con boca pequeña y aplaudiendo tan solo unos pocos segundos después de cada interpretación. Si Hens consiguió mantener la fuerza sobre el escenario fue gracias a su banda, cinco amigos que desprendían una complicidad asombrosa y que disfrutaban de cada nota como si de una fiesta se tratara, con desparpajo y alboroto; eran dos guitarras, un bajo, una batería y un teclado. Juntos supieron mantener el espectáculo vivo a pesar de que el público no lo estuviera, algo digno de admiración. Esto permitió que aquellos que iban con ganas al concierto lo pudieran pasar a lo grande; en general, los que rondaban los veinte años.
Otro de los elementos que más contribuyó a que el espectáculo saliera adelante con éxito fue la iluminación, a través de la cual se crearon atmósferas, ritmos y espacios que construían esencialmente toda la escenografía. Lo sorprendente es que no tenían grandes posibilidades de innovación debido al espacio, por lo que sencillamente emplearon unos veinte focos y cuatro paneles led verticales colocados sobre el escenario a modo de fondo. Esto fue más que suficiente para darle significado y coherencia al concierto, coordinando conscientemente las luces con la música, el mensaje y el movimiento de los artistas. El técnico de iluminación, Diego Tarango, supo sacarle el máximo provecho a este elemento escenográfico y realizar un trabajo impecable; mi más sincera enhorabuena.
El concierto pasó rápido y pudimos disfrutar de casi todo su nuevo álbum, así como de algunos temas más antiguos, como Tu Historia y la Mía, Quedar Pa Joder o el mítico Batmóvil Remix. Además, para la última canción invitó a su mejor amigo y compañero de piso, Delgao, también segoviano, con quien disfrutó interpretando Dos Días al Mes. Rápidamente se pudo apreciar la complicidad que existía entre ellos y lo felices que estaban de compartir aquel momento.

Al terminar el concierto, nos hicimos con la setlist y compramos una camiseta de merchandising por 25 euros, ahora agotada en la página web. Contentos de habernos desplazado hasta Segovia para ver a Hens, nos fuimos a tomar algo y comentar el concierto durante más de una hora. La verdad es que Hens había estado brillante y fue una lástima que el público no se entregara por mucha energía que hubiera sobre el escenario o por muy contundente que fuera la escenografía. Después de reflexionar, llegamos a la conclusión de que, efectivamente, Hens tiene un equipo “que no se lo cree ni él” y al que debe gran parte de su éxito. Sin ellos, este concierto no hubiera funcionado.

